Sexto objetivo cumplido: Conocer una nueva ciudad española

Cuando estuve en Oslo, decía un chico que había estado dos veces en Tromsø y ninguna en Cuenca. Puede parecer una tontería, pero es cierto que he visitado algunas ciudades un montón de veces (véase Londres) y en cambio, tengo muy abandonada la geografía española.

Así que aprovechando el puente de Semana Santa, me he ido a conocer Bilbao, donde nunca había estado. La ciudad es bonita, soy muy fan de las ciudades cortadas a la mitad por un río.


Además coincidió que estaban celebrando el Basque Fest, y había eventos de todo tipo por la ciudad. Por ejemplo, me subí en un barco por la Ría, que además de contarte la historia de la ciudad, hacían una supuesta boda entre Begotxu del Botxo y un tal Miguel/Mikel/Michael, su novio del instituto. Media hora de risas aseguradas.


También había campeonatos de deportes tradicionales, y qué queréis, son vascos.


De lo típico, pasé por el Guggenheim, y mereció la pena entrar aunque solo fuera por la arquitectura del edificio, que es espectacular.

Me subí en el Funicular a Artxanda, para poder ver una panorámica de la ciudad (ya que al edificio más alto, la Torre Iberdrola, no se puede subir sin invitación). Y eso que como bien decía Begotxu, esa Torre la hemos pagado todos…

Muy llamativa la alfombra de goma del Puente de Calatrava, otra de esas grandes ideas del arquitecto, porque quién podía pensar que en Bilbao llovía…

Y de la gastronomía, me llamó sobremanera la atención la variedad de helados existentes. Desde helados con sabor donut, palmera de chocolate a cannabis, o bacalao al pil pil. ¿De dónde sale este interés en Bilbao por la innovación en el mercado heladero?


Ah, por si visitáis la ciudad y necesitáis un diccionario, os dejo uno que me dieron en el barco. 🙂

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En general me ha gustado, aunque la elección de alojamiento, esta vez, fue un craso error. (Pero esa historia merece un post ella sola).

 

 

#Anafacts vol.I

Voy a inaugurar una sección en el blog de cosas absurdad que llamaré los «Anafacts» porque hay cosas que se pasan de absurdas, hasta para mí.

Volvía de Bilbao en coche, así que lo anuncié en blablacar, por eso de volver acompañada y sacarme unas perrillas… Había quedado con dos italianos, y un tercer chico, que venía de algún viaje por Europa. Quedé con los tres en la estación de Bilbao.

Obviamente en nuestra desarrollada imaginación, siendo dos italianos de 23 años, serían por lo menos modelos de Erasmus en Gijón (¿por qué no?).


Al final llegan un chico y una chica italianos, muy jovencinos ellos, pero nada de modelos de colonias caras. También el tercer chico llega puntual.

Arrancamos rumbo a Gijón, y nos ponemos a charlar sobre de dónde somos y qué hacemos. ¿Qué probabilidades hay, de que el chico al que acabo de recoger, un completo y absoluto desconocido, trabaje en la misma empresa que yo? Pues eso. Ni los dorsales ni la lotería me tocan, pero hay veces que estas coincidencias me matan. En fin, mañana le saludaré en la cafetería.

Corriendo por Bilbao

Dicen que la mejor forma de conocer una ciudad, es corriéndola, así que aprovechando que el escándalo nocturno me ha despertado, he salido a correr por Bilbao en una mañana lluviosa (¿dónde ha quedado el sol de ayer? 😫😫😫).
 ¿Cómo consigues una foto en el Guggenheim sin gente? ¡Madrugando!

 
Ojito a la alfombra que han plantado en el puente de Calatrava para que no resbale…

   Y aquí el pobre perrete y yo mojándonos. 

Tenía que haberme ido a Canarias. 

¿Qué planes tienes para Semana Santa?

¿Vas a correr alguna carrera? ¿Subir al monte? ¿Irte a algún sitio con playa, sol y calor? ¿Vuelves a casa a ver la familia? Sea cual sea tu plan, solo puedo decir ¡que lo disfrutes!

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¿Se nota que ya estoy de puente? Seguramente sip. Y eso que me toca ir al gym y a correr y he quedado para cenar en Oviedo, pero hoy ya se hace todo un poco menos cuesta arriba siendo puente. 🙂

Y desde luego, un temazo para cantar a voz en grito en el coche.

Es el fin… 

Hablaba ayer con una amiga (cuyo nombre no desvelaré) que parece que el mundo se va a la mierda. Entre los cambios bruscos de temperatura, las estaciones que empiezan cuando quieren y que al final, no hacemos nada por solucionarlo, cualquiera diría que es verdad. Que nos vamos a la mierda. 

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La conversación venía a que, ante un futuro tan incierto (a todos los niveles, ya no solo a si el mundo se acaba o no), ella se estaba planteando el verano como el verano de su vida. Piensa viajar, dormir al aire libre, conocer nuevas ciudades y nuevas playas y simplemente, disfrutar. Y su consejo era que disfrutara y viviera el momento, («si te apetece comer algo, cómelo, y si te apetece hacer algo, hazlo»)  ya que no sabemos donde estaremos el año que viene. 

https://instagram.com/p/dHRXGzJHaS/

Igual es la inminencia de los 30, pero creo que tiene, toda la razón.

Con Semana Santa a la vuelta de la esquina

Por fin parece que la Semana Santa está ahí. Se que últimamente tengo muy olvidados los objetivos, pero poco a poco que no todo se puede hacer en tres meses.

  
Voy a aprovechar el puente para conocer Bilbao, ya que nunca he estado. Es absurdo lo sé, pero como decía un chico que conocí en Oslo, “he estado dos veces en Tromsø y ninguna en Cuenca”. Pues algo así. La verdad es que me falta mucho por conocer de España, sobre todo de Andalucía,  no se porque me empeño siempre en marchar a todos lados menos a lo que me queda cerca.

  
Además, voy a visitar Elizondo. Seguramente ni te suena, pero es el pueblo en el que suceden las novelas de Dolores Redondo la “Trilogía del Baztán”. Creo que el sitio es muy parecido a Asturias, pero tengo ganas de visitarlo.

¡No queda nada!

 

Pasaporte a Traveserina

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Que tengo dorsal para Traveserina! Y eso que parece que los sorteos y yo este año estamos enfadados. Para que os hagáis una idea, no solo estaba ya mentalizandome para correr otra carrera de Cantabria, sino que esta mañana hasta reservé el alojamiento. 

Así que, puedo confirmar que ya tengo dorsal para cumplir otro de mis objetivos. Correr una maratón de montaña (y que Dios nos pille confesaos). Empiezo a acojonarme. 🙈🙈🙈

  
Me han pedido que me desdiga sobre el post de ayer, así que solo por contentar a a Raquel, Pablo y Dani (que en el fondo, son los que más me aguantan) lo diré alto y claro. Soy una bocazas, y el mundo se dedica a corregirme siempre. ¿Contentos?

Y ya sabéis… Si me queréis… ¡Venirse al monte! ☺️

«Me quedé fuera»

Hoy estoy enfurruñada y no tengo ganas de escribir. Soy un tomate triste. Así que os dejo el enlace a un artículo que leí la semana pasada y con el que no me había sentido identificada hasta el sorteo de Traveserina y al del Desafío Somiedo.

«Me quedé fuera» de Sandra Tabasco. Básicamente habla de cuando no consigues entrar en ese objetivo deportivo al que aspirabas.

  

10Km del Grupo Covadonga

Hoy hace un año, estábamos corriendo la carrera de los 10Km del Grupo Covadonga.   Estuve dos meses entrenando para llegar a acabarla en un tiempo decente, y a parte de correr, lo pasamos muy bien. Creo que fue nuestra primera carrera juntos… Y de cotilleo. 

 
Al final hicimos unos 55min, yo iba a hacer 60, así que… 👌🏽 (Ay! Mis kalenji 😩) 

Mucho ha cambiado la historia desde entonces. En esa carrera pensé que se acababa mi interés por correr, y hoy han caído 17Km por nieve con unos 2000m de desnivel acumulado. 

   
Si me hubieras preguntado al acabar esa carrera donde iba a estar un año después, mi respuesta habría sido cualquier cosa menos donde estoy. Al final, la vida siempre es impredecible. 

¿Has visto la película «El proyecto de la bruja de Blair»?

En mi oficina, estamos intentando implantar como costumbre, salir algún viernes a correr por el monte en grupo. Lo llamamos el Trail del Viernes y de momento yo ya he ido un par de veces.

Ayer estuvimos en el Pienzu, y ahí empieza esta historia. (Nota: le hemos prometido a Jorge exagerar un poco la aventura, así que puede haber algún tramo un poco increíble, pero más o menos, todo sucedió. Las fotazas además son suyas.)

A las 3 estábamos en Pie de Potro para empezar la ruta. Empezamos a correr y subimos por la Biescona hasta el Pienzu. El sol salió solo para que la foto nos quedara para enmarcar.

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Una vez hicimos cumbre, bajamos y cresteamos hasta llegar al Mirueñu, donde nos sacamos otra foto. De nuevo el sol, decidió acompañarnos.A lo largo de toda la subida, nos encontramos gamos correteando felices de la vida.

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Qué felices parecíamos… No sabíamos lo que nos quedaba por delante. Desde Mirueñu, decidimos bajar, campo a través, no hay otra manera de definirlo. 

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Por supuesto la idea era más sencilla en nuestra mente que en la realidad. Acabamos metidos en cotoyal curioso, de esos en los que te enganchas con todo y avanzas a trompicones. Menos mal que Jorge iba preparado machete en mano para cortar todo lo que nos impidiera el paso. 

También nos encontramos cadáveres de un caballo y una cabra, que parecían decirnos… «Por aquí, no». 

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El retraso se fue acumulando, y aunque los días en marzo son más largos, obviamente a las 7.30 se hace de noche. Al menos ya teníamos el sitio donde habíamos dejado el coche a la vista. Llegar, era otro cantar. Decidimos que la opción más rápida, sería ir de frente y hacia abajo… Agustín, por animar al grupo preguntó que como cruzaríamos el río. Pero eso vendría más tarde. Los problemas, de uno en uno. En el último tramo, fue necesario que Jorge sacara su frontal (el único que llevabámos, por supuesto) y nos guiará más o menos, donde pisar y donde no… 

Ahí fue donde surgió la pregunta de «¿Has visto la peli de «El proyecto de la bruja de blair»?» Si la habéis visto, me entenderéis… Grabada cámara en mano, en un bosque, y de noche, corriendo para un lado y para otro. Ya sabéis, ante todo que no cunda el pánico.

Llegamos por fin al río, de noche, sin cuerdas, y con un solo frontal. Más o menos, nos sentimos así cruzándolo…

  
Pero como estábamos a oscuras, no fue tan traumático. Al final, al otro lado del río, nos esperaba un bosque de escayos, de ahí ya parecía que no saldríamos a la carretera que por fin se vislumbraba a unos metros. Dejamos piel, y nos llevamos pinchos de recuerdo, pero por fin parecía que no moriríamos durmiendo al raso. Esta foto refleja la cantidad de luz que había al llegar. 

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Una vez en la civilización, un oso enorme, que ladraba como un condenado, y al que no veíamos, pareció que iba a salir a perseguirnos, pero supongo que entre el machete y el frontal, lo acojonamos. 

Por fin llegamos al coche, y tras un trano de rallye (porque total ya, que más daba nada), conseguimos llegar a casa, sanos y salvos. Sería lo menos… Media noche.