Por primera vez he abandonado una carrera. Vale que no llevo corriendo mucho, ni he corrido una gran cantidad de carreras pero me ha quedado un sabor agridulce, y la verdad, estoy un poco decepcionada conmigo misma (y también triste).
Admito que hizo más calor del que yo esperaba, que conocí finalmente al Hombre del Mazo, que llegué ya mal a la Farrapona y que me desmoralizó que no hubiera agua en ese avituallamiento (!!!), ni tampoco amigos cercanos que yo pensaba que estarían allí… (Al menos algún compañero del equipo me salvó regalandome agua que llevaba en la mochila).Y subir Bígaros ya fue simplemente horrible.
Pero ciertamente, puedo poner todas las excusas del mundo, pero ya llegaba poco convencida de poder terminar. Me he pegado unas muy buenas vacaciones de las que no me arrepiento (porque al final las vacaciones estan para eso) pero obviamente no llegaba ni mucho menos al 100% para la carrera. Y lo peor es que me faltaba la cabeza.
Cuando en Traveserina decía que iba a bajar de las 9horas, mucha gente no me creyó, o pensaba que estaba sobreestimandome, mientras que yo lo tenía tan claro como que mi coche es azul. El viernes pensaba que en buenas condiciones quizás podría acabar. El sábado me di cuenta que no estaba preparada ni mentalizada.
Supongo que de todo se aprende. Y ahora volveré a entrenar con ganas, y sobre todo a disfrutar, que en el fondo, es la razón por la que empecé a correr por el monte. Creo que las últimas semanas he perdido un poco el norte, o el objetivo final de todo esto, y ahora solo toca volver a centrarse.
Al menos, pude disfrutar con el Cafés Toscaf GMEA del podio por haber ganado la Maratón por equipos, y creedme que solo por eso, el fin de semana ¡mejoró un montón!